viernes, 18 de mayo de 2007

desintegración

Afuera hace frío y llueve, Juli. Estamos en lo más alto del cerro y desde acá se ve el mar, es tan celeste, tan impecable. El cielo es gris y húmedo. Pero acá adentro todo es hermoso. El fuego crepita aunque afuera llueva tanto que parece que el mundo se fuese a acabar.
El espejo lo dice todo. Tus manos se transforman en colores y se van, y se te escapan. Te pone tan triste, pero no lo demostrás, porque estás muy ocupada, cayendo, corriendo al conejo blanco. Sólo querés pedirle que no deje que tus colores se vayan, y tenés razón. Parecés tan feliz, reflejada en el espejo, sos una nena, empastada en una hoja, con sus preciados y odiados colores que huyen hacia su libertad por la punta de tus dedos. Corren, patinan, se esfuman y se encuentran, y se transforman en un fenix que emprende su vuelo... sólo cenizas de colores y vos que también te esfumás con ellos, sin darte cuenta (sin querer aceptarlo). Seguís pintando cada detalle de tu historia en una sola hoja. Cada vez un nuevo estilo, con su textura, su color... los estilos-colores se hacen querer y te desvivís por ellos. Te enamorás y te entregás a cada nueva etapa, ellas te convencen que son únicas, que son las mejores. Pero, juli, no les creas, ellas siempre van a engañarte, son traicioneras, sólo te llevan a sobrecargarlo todo, así el resto de tus imágenes se muere asfixiada bajo las triunfantes nuevas protagonistas. Las malditas nuevas acaparan toda tu atención, plantas carnívoras, y sin embargo, todo es mentira, nada realmente nuevo puede surgir, sólo conseguís deformar lo mismo de siempre. Allá abajo tus recuerdos agonizan, los colores se retuercen y todo es gris.