La lluvia la trajo una vez más. No sé qué hacer con ella. Se repite a sí misma con exactitud escalofriante. Llega, me mira sombría, me dice que ya es demasiado tarde, que algo enorme está fallando y que ya es demasiado tarde para solucionarlo. Luego se acuesta en el suelo a llorar. Y nadie podría saber jamás qué pasa por su cabeza. Está triste. Estaba triste y lloraba. Y vuelve con la lluvia. Entonces se pone triste en este tiempo indeterminado, este presente difuso. Lleva un cuadernito en su bolso, escribe densamente pensamientos grises, algarróbicos. Y luego llora. Y yo la observo.
A veces pienso que no es ella la que vuelve sino que soy yo la que regresa al pasado lluvioso donde la encuentro en ese instante que es siempre el mismo.
jueves, 8 de marzo de 2007
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2 comentarios:
Genial. Me hizo estremecer.
Si nos conocieramos, te juraría que escribiste sobre mi de una forma increíble. Buenisimo.
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