sábado, 12 de enero de 2008

Antes de que el brócoli florezca

Apurate. Es un instante inadivinable. Ahora todo es tan verde, tan pacíficamente verde, que parece eterno. Te vas adormeciendo, acunado por el color absoluto.... Sin embargo es tan efímero. El cambio será brusco. El florecimiento es paroxístico. Ahora estás tan tranquilo, no lo sospechás siquiera, pero entre uno y otro de tus lentos parpadeos ese brócoli florecerá y ya será demasiado tarde. El amarillo irritante le irá ganando territorio al verde, y eso es irreversible. Lo intentarás todo. Primero prender más luces, creer que es una ilusión, que lo estás soñando. Luego la angustia. Las luces blancas certifican que el amarillo ha llegado. Taquicardia. Taquipnea. Sudoración fría. Abrís las alacenas, aturdido, ruido de ollas, de cucharas, de todo lo que se te cae al suelo. Sin embargo lo conseguís, al rato el brócoli es arrojado al agua hirviendo. Tapás la olla, lo negás, lo esperás con las manos cubriendote la cara. Vas y venís por la cocina, como si eso acelerase el tiempo. Pero ya es tarde. No hay escapatoria. Ella llegará en cualquier momento y no hay nada que puedas hacer para ocultarlo. El fatídico amarillo lo impregna todo.

1 comentario:

Martín dijo...

Buenísimo... y lo del "florecimiento paroxístico"... sin palabras.
Una muestra de que la medicina no siempre arruina el cerebro.
Salu2.
Martin